Frida Kahlo, Diego Rivera y el modernismo mexicano de la Colección Jacques y Natasha Gelman presentan un vibrante círculo de artistas prominentes en los años posteriores a la Revolución Mexicana. En 1920, después de diez años de sangrienta guerra civil, México emergió como una república constitucional. La revolución derrocó una dictadura y luchó contra las desigualdades de riqueza, poder y propiedad de la tierra. Los líderes políticos buscaron establecer una identidad nacional moderna. Mexicanidad, un movimiento político y populista que se desarrolló después de la revolución, mezcló las tradiciones agrarias e indígenas con el sentimiento anticolonialista que motivó la lucha por la independencia de España cien años antes. Como miembros clave del movimiento revolucionario, los artistas capturaron esta visión en murales, pinturas, grabados y fotografías. Frida Kahlo y Diego Rivera estuvieron en el centro de este esfuerzo.
Diego Rivera
Mexicano, 1886–1957
Vendedora de alcatraces, 1943
Óleo sobre masonite
Colección Jacques y Natasha Gelman de arte mexicano del siglo XX y Fundación Vergel
Pinturas como Vendedora de alcatraces plasman los ideales revolucionarios y modernistas que florecieron en México entre 1920 y la década de 1950. Las mujeres usan el quexquémitl tradicional, una prenda similar a un poncho que representa las culturas indígenas. Las robustas flores sugieren la abundancia de la tierra y conectan las figuras con una forma de vida rural.
[Descripción del arte: Dos mujeres indígenas mexicanas de piel morena y cabello largo separado en dos trenzas conectadas a la altura de sus espaldas están sentadas sobre sus rodillas, sus pies descalzos presionados bajo sus piernas, sus brazos rodean una enorme canasta con unos 60 alcatraces blancos con el pistilo amarillo y tallos delgados de color verde oscuro. La mujer a la izquierda viste una falda negra y larga con un borde blanco ajustado a la cintura y un huipil blanquecino con los bordes a rayas verticales rojas y blancas. La mujer a la derecha también tiene puesta una falda negra y larga, así como un huipil con un borde de rayas rojas y blancas, terminadas en borlas blancas que cuelgan de la orilla. Una figura se oculta al otro lado de la canasta de alcatraces, dejando visible únicamente su sombrero color café. El fondo es negro y las flores están contenidas en una canasta tejida, amarrada con una tela color ladrillo.]